miércoles, 14 de octubre de 2009

Tres tristes chistes

En el Bronx, New York. Día de sol y un calor infernal. Dos sujetos entran en un apartamento pequeño, caliente y húmedo, arrastrando un muchacho flaquito y debilucho por los brazos. Adentro Big Leroy, un negro enorme, sudado, hediondo, con cara de mala gente, palito en la boca y cortándose las uñas con un machete de cortar coco.

Uno de los hombres dice:

- Oye Leroy, el jefe mandó que cojas por el culo a este sujeto... Dijo que es para que aprenda a no querer hacerse el valiente con la gente del barrio.

La víctima grita desesperada e implora por el perdón. Pero Leroy apenas asiente con la cabeza ignorando los lamentos del hombre:

- Pueden dejarlo ahí en ese rincón, yo me encargo de ese hijo de puta dentro de un momento.

Cuando los dos hombres salen, el muchacho dice:

- Sr. Leroy, por favor, no me haga eso, déjeme ir que yo no le digo a nadie que Ud. me dejó ir sin castigo...

Leroy dice:
- Cállate la boca y quédate quieto ahí!

Cinco minutos después, llegan otros dos hombres arrastrando otro individuo.
- Big Leroy, el jefe mandó que le cortes las dos piernas y les saques los ojos a este elemento para que aprenda a no llevarse el dinero del jefe.

Leroy con voz grave:
- Déjenlo ahí en ese rincón, que ya resuelvo ese asunto.

Poco después llegan dos hombres más, arrastrando a un tercer muchacho.
- Big Leroy, el jefe dijo que le cortes el ripio a este tipo, para que aprenda a nunca más meterse con la mujer del jefe. Ah!, y dijo que también le cortes la lengua y todos los dedos para que no haya la mínima posibilidad que pueda tocar otra mujer en su vida.

Leroy con voz más grave aún:
- Ya resuelvo eso. Ponlo allí en el rincón junto a los otros dos hijos de puta esos.

Cuando se retiran los tipos, el primer muchacho que había llegado dice entonces en voz baja:

- Señor Leroy, con todo respeto, sólo para que Ud. no se vaya a confundir, yo soy el que hay que cojer por el culo, ¿¿¿Se acuerda, verdad...???

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Estaban en el jardín de un hospital psiquiátrico y comienzan a conversar seis trastornados: Un zoofilo, un sádico, un asesino, un necrófilo, un pirómano y un masoquista.
Sin saber como ocupar su tiempo, el zoofilo rompe el silencio y dice: ¿Y si nos cogemos un gato?
Entonces el sádico dice: ¡Eso, vamos a cogernos un gato y después lo torturamos...!
Dice el asesino: ¡Vamos a cogernos el gato, torturarlo y después lo matamos!
Dice el necrófilo: ¡Vamos a cogernos un gato, torturarlo, matarlo y después nos lo abrochamos otra vez!
Y dice el pirómano: ¡Eso...Vamos a cogernos un gato, torturarlo, matarlo, volver a cogérnoslo y prenderle fuego!
Se hace un repentino silencio, y todos miran al masoquista y le preguntan: ¿Y vos qué... no dices nada?
Y el masoquista dice: Miauuu!!!!

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Resulta que un barco naufraga, y se salvan solamente ocho personas: Siete hombres y una mujer, quienes logran llegar a una isla de esas que vienen a cuento en estos casos.
No les toma mucho tiempo recorrer la isla y descubrir que su subsistencia esta asegurada. Hay muchos animalitos chiquititos que pueden comer, ningún animalito grandote que se los pueda comer a ellos, y así se instalan y van viviendo de lo que la naturaleza les da.
Pasa el tiempo, y los ocho se van dando cuenta de que les falta algo. Después de buscar una solución concluyen que lo mejor va a ser que los tipos se acuesten con la mujer por turno, pasando una noche cada uno, de forma tal que la mujer tiene sexo todos los días, y los tipos una vez por semana. Muy contentos con la solución, siguen sus vidas, y así pasa un mes, dos meses, un año, dos, tres, cuatro años, hasta que un día, repentinamente, la mujer se muere.
Esto los apena mucho a los siete tipos, pero como son gente corajuda y que habían podido sobrevivir a tantas desgracias, resuelven que la vida continua y se toman las cosas con calma.
Así pasa un mes. El segundo mes sienten que ya no es lo mismo que antes, pero siguen adelante. Al tercer mes están un poco mas inquietos y les cuesta actuar como si nada hubiese pasado, pero son fieles a si mismos y enfrentan las cosas con la misma determinación que los mantuvo vivos. Al cuarto mes ya no aguantan mas. Entonces, se ponen de acuerdo y deciden enterrarla.

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1 comentario:

  1. estos vendrían a ser los chistes de la Triskaferia no aptos para todo público?
    los dos primeros me gustaron.
    saludos!

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